jueves, 20 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 1: El desencadenante


No sé desde cuándo padezco hidrocefalia. El caso es que, con 19 años y estudiando segundo de Medicina, me fui a esquiar con unos amigos. Era el segundo día de esquí cuando todo lo que recuerdo es ir esquiando por una pista azul y, a continuación, estar rodeado de mis amigos en la cafetería de la estación de esquí preguntándome si estaba bien (y yo, viendo las estrellas, literalmente). No había perdido la consciencia, y no era la primera vez que me sucedía, ya que seis años atrás había tenido otro percance similar patinando sobre hielo (malditos deportes de invierno). Mis amigos me llevaron al hospital, donde me hicieron unas placas y me tuvieron algo más de un día en observación. Volvimos del viaje y la semana siguiente transcurrió con normalidad, pero, pasada ésta, de madrugada una noche tenía el estómago revuelto y me levanté para ir al cuarto de baño por si vomitaba. Mi madre, que como todas las madres duerme con un ojo abierto, se levantó para ver qué me pasaba y me encontró tendido en el suelo, rígido e inconsciente. Entre mi padre y mi hermano me llevaron a la cama y, en ese instante, recuperé la consciencia.

A la mañana siguiente nos fuimos al hospital. Yo me encontraba perfectamente, como antes de todo lo sucedido. Me empezaron a hacer exploraciones, pruebas, y, por fin, una resonancia magnética. Puedo decir que ninguna imagen de las que he podido ver en internet es tan exagerada como la que yo recuerdo de aquella resonancia. La sustancia gris y blanca de mi cerebro estaba comprimida y los ventrículos totalmente dilatados. Me diagnosticaron hidrocefalia por estenosis del acueducto de Silvio. No saben cuándo se me produjo, e indicaron que era posible que lo tuviese prácticamente desde los primeros días o meses de vida y que hubiese permanecido estable hasta aquel momento.

Pero, ¿cómo se explica que pudiera pasar desapercibido tanto tiempo? Nuestro organismo tiene una capacidad de adaptación increíble, siendo capaz de autorregularse para equilibrar situaciones realmente anómalas. En este caso, con la hidrocefalia, la producción de líquido cefalorraquídeo disminuye al tiempo que se incrementa la absorción, con lo que la situación se estabiliza y da lugar a una hidrocefalia compensada. Sin embargo, un traumatismo puede desestabilizar ese estado y provocar, como pudo ser mi caso. Cierto es que tuve síntomas antes de esto, como las jaquecas, pero al tener familia con migrañas nunca lo asocié a nada especial. También dolor de cabeza tras esfuerzo abdominal o acúfenos, pero nunca le di una importancia mayor pese a que, a toro pasado me parece evidente, pudiese ser síntoma de hipertensión intracraneal. Supongo que no hay más ciego que el que no quiere ver...

Os espero para contaros el próximo capítulo.

1 comentario:

  1. Tengo hidrocefalia desde los once días y ahora mismo estoy comenzando a hacer una página sobre el tipo de válvula que llevo y lo que significa para mí. Dos veces fui sometido a una operación a vida o muerte a parte de las enfermedades y problemas con la válvula.

    ResponderEliminar